viernes, 9 de marzo de 2007

Mantenimiento

Utencillos para el mantenimiento:



1-Aceite: se extiende por la hoja para evitar el contacto del aire y la humedad con la hoja, existen 2 tipos de aceite, duras y blandas, las blandas, como aceite de choji (aceite de clavo), son efectivas 1 mes aproximadamente una vez aplicado en la hoja, las duras, como el aceite mecánico, tiene una duración más larga, aproximadamente de 6 meses, por lo que esta indicado para la conservación de largo período.

2-Mekuguinuki: herramienta para extraer el mekugui del tsuka, hay muy pocas variedades de los modelos, sin embargo es preferible emplear un mekuguinuki de madera para evitar que se dañe el mekugui.

3-Uchiko: son polvos procedentes de las piedras de afilar, que se reposan en el fondo del agua cuando se afila una katana, se emplea para eliminar la capa de aceite de la hoja, hay que tener cuidado en su manejo puesto que son capaces de eliminar la capa de "Keshotogui" (afilado de maquillaje). Hoy en día existe un sucedáneo de los uchikos, en vez de contener polvos de las piedras de afilar, contiene huesos de animales machacados.

4-Alcohol sin agua : con pureza de 99%, se emplea para eliminar capa de aceite, se recomienda emplear este tipo de alcohol para eliminar el aceite que el uso de los uchikos, puesto que no daña en ningún momento la hoja.

5-Nuguigami: papel para eliminar el aceite de la hoja junto con el uchiko o con el alcohol.

6-Neru nuno: tela de algodón aterciopelado, al poseer una superficie suave, se puede emplear para la limpieza de los koshiraes y de las hojas. También se puede utilizar como nuguigami, con la ventaja de que se puede lavar y así volver a usar.

7-Recipiente para la tela con aceite: un recipiente hermético, donde guarda la tela de algodón empapado en el aceite para extender sobre la hoja.

8-Katana makura: almohada para la katana, para apoyar la hoja sobre ella, inpide contacto de la hoja con el suelo, evitando así que se ensucie la hoja y posible heridas pequeñas (hikekizu).

9-Kit de limpieza: normalmente suelen vender en un paquete todos utensilios necesarios para la limpieza.

Herramienta para desmontar: es una herramienta de madera para desmontar la hoja del tsuka, normalmente en la parte que tiene contacto con la hoja, tiene pegado como protección la piel de un ciervo.
Forma de utilizarlo:
Cuando la hoja esta firmemente inmovilizado en el tsuka, se necesita emplear estas herramientas de madera para desmontar la hoja del tsuka.
Inclinando la hoja unos 45º, se golpea suavemente la herramienta de madera con un martillo de madera.

Lo que nunca debe de hacer:
Golpear el tsuba hacia la dirección de las flechas rojas para desmontar la hoja, al golpear el tsuba hacia arriba, este empuja al seppa, y el seppa a su vez empuja al habaki. La presión que pueda ejercer el habaki sobre la hoja, puede ser crítica para el "Hamachi", desfigurandolo o bien ocasionando la rotura del habaki.

jueves, 8 de marzo de 2007

Evolucion de la Katana

Estos son los cambios que han sufrido las hojas durante el paso de los años...








Se puede observar durante el paso de los años como fue cambiando la curvatura y su compocicion química.

El Verde claro representa al Carbono

El Verde oscuro representa al Hierro

Y el Azul al Acero

Caracteristicas



Dos aspectos básicos del manejo de la Katana:

Iai (sistema de desenfundado y corte instantáneo, anticipándose a la iniciativa del oponente).

Ken Jutsu (esgrima básica del sable; movimientos de ataque y bloqueo encaminados a contrarrestar la acción del adversario), se encuentra todo un respaldo esotérico, cuya riqueza sobrepasa con diferencia los aspectos meramente mecánicos antes indicados.

Es la doble faceta presente, como en tantas otras ocasiones, en diferentes aspectos en la vida japonesa:

Mientras el lado Omote hace referencia a todo lo "visible" en el arte del sable, sus técnicas y movimientos, el lado Ura hace mención a la espiritualidad que ilumina el camino (Do) del guerrero.
La asimilación del sable como ente completo (nuestro propio ser) permite identificar en él los dos aspectos básicos: material y espiritual, cuerpo y alma, funda y hoja. Del mismo modo, fue la tradición la que convirtió en forjadores de almas (que no de armas) a los que fueron artesanos del sable con demostradas cualidades morales.
Cuando practicamos los movimientos básicos con Katana debemos ser capaces de "ver a través de ellos". En el NUki Kuri Kata (forma de desenvainar) es necesario experimentar el sentimiento profundo que acompaña al continuo ir y venir de nuestro sable.
Por ello se dice que en el hecho de extraer la Katana de la vaina, hay algo más que un mero gesto defensivo... al descubrir la hoja destapamos también nuestra intimidad más profunda (kokoro). Es un acto de sinceridad completa, de búsqueda hacia el interior, de reconocimiento total del Ser que vive en nosotros mismos.
Al desenvainar su sable, el practicante coloca ante sí todos aquellos aspectos negativos que oscurecen su propio Yo, y en ese primer corte al vacío (Nuki Tsuke) trata de abatirlos, de purificarlos con la intención enfocada en un solo objetivo...Ha logrado así identificar a su verdadero Adversario y luchará contra él cada día, en cada movimiento, una y otra vez, hasta que ese combate interior, como de la alquimia de una forja, renazca el Ser Universal que coexiste en nosotros desde el principio de los tiempos.
Así poco a poco, vamos entrando en el sentimiento oculto de cada movimiento, logrando de esta manera un paralelismo ideal en el desarrollo de los dos aspectos básicos de nuestra naturaleza: el "Yo" (lectura japonesa de "Yang", principio activo del Taoísmo chino) más expresivo de nuestro cuerpo físico, unido al "In" (lectura japonesa de "Yin", principio pasivo del taoísmo) potenciador de nuestras cualidades espirituales.
En cada gesto, como en la propia vida, asumimos la grave responsabilidad en las consecuencias de nuestros actos.
En la realidad del Furi Kabute (combate final), por ejemplo, queda patente el dramatismo de una decisión que implica continuar hasta el movimiento final (Kiri Tsuke); elevamos el arma hacia el cielo, a la par que el espíritu, a través de nuestra mirada, sigue fijo en el suelo, en un intento de aunar las fuerzas celestes (Yo) con las fuerzas terrestres (In), pero conservando la entera capacidad decisoria del momento (Ten Chi Jin: "El hombre entre el cielo y la tierra").
Pero es quizá el espíritu de desapego (Mushotoku) lo que adquiere mayor presencia en todo momento. Es como si el propio sable intentara cortar todos esos hermosos lazos que nos unen a lo terrenal y que se convierten también en pesado lastre dentro de nuestro camino de ascensión hacia lo Eterno. Son tan fuertes que parece como si el movimiento enérgico de nuestros brazos y el filo de nuestro sable fueran incapaces de asestar ese "Kiri" definitivo... Es tan difícil encontrar la "vía del medio", que cada día iniciamos de nuevo el combate y soñamos salir vencedores de una batalla en la que al despertar nos veremos obligados, como tantas y tantas veces, a recoger los despojos de nuestra sinceridad.
Este es nuestro duelo cotidiano, en el que el feroz adversario se viste con nuestros propios ropajes, y se mira en el espejo de nuestro corazón. Así morimos y renacemos una y otra vez, tratando de ver en cada amanecer la Luz que no se apaga...

La Katana es tan importante como la persona que la porta, por eso requiere de un excelente cuidado....

miércoles, 7 de marzo de 2007

¿Cómo se forja una espada?

Las espadas largas góticas, precursoras de los mandobles medievales, contra las que las espadas romanas no tenían nada que hacer en combate uno a uno, tenían un truco para ser mas elásticas y resistentes. Se fundían 8 varillas de hierro y se metían en carbón, estando aun al rojo vivo. Tras enfriarse se volvían a poner en rojo y el herrero las trenzaba. Al acabar, cortaba la trenza en 8 trozos, con cada uno de los cuales volvía a fundir una varilla y a llevarla al carbón. El proceso se repetía unas cuantas veces, en cada una de ellas iba aumentando el porcentaje de carbono, obteniendo acero. Tras la última de las trenzadas se martilleaba hasta aplanar. El resultado es algo muy elástico, al tener una estructura de 8 varas de acero, en vez de una pieza fundida, dándole mayor resistencia y estructura. Tras el pulido, quedaba una especie de dibujo casi sin relieve, ondulante, serpenteante o como fuera según la forma en que se hubiera trenzado, que era la característica mas genuina de estas espadas (que se llamaban precisamente "serpentinas", justo por ese dibujillo residual que se creaba en el trenzado). Esta pasa a ser la espina dorsal o nervio de la espada, a la cual se le agregan 2 partes mas de acero para dar la parte del filo, quedando así mas reforzada.

A diferencia de los europeos, los japoneses tenían una forma más particular de obtener el metal para los sables, se fabrica carbón vegetal quemando madera, se le agrega el hierro y se funden en un horno de barro cavado en el suelo llamado “tatara”, sobre el cual se hacía un soporte tal que quedase un hueco por donde pudiera pasar el aire (la idea es que cuando acabes de tapar el hueco puedes hacer circular aire por el fondo del agujero). Sobre el soporte, se utilizaban diferentes maderas (la que fuera mientras fuera combustible). Y encima de ella, se dispone en primer lugar el carbón vegetal, y luego capas finas de hierro y carbón alternadas, hasta llenar casi el agujero. Se acaba con una penúltima de carbón, otra de madera, y se cubre todo con barro.

Se comienza prendiendo fuego DEBAJO, y se vigila la ventilación de forma que no se apague nunca durante tres largos días, los cuales se debe no solo cuidar la temperatura sino que la humedad.
Acabado el tiempo se sacan ya piezas de acero sin forma, ya el hierro y el carbón se han fusionado creando una masa plateada y negra.
Llevamos las piezas de acero a la forja, y se funden y se cortan en trozos (menores al tamaño de un puño, y por lo general se cortaban del borde del bloque fundido.) y eran enviados al Maestro Forjador para el nacimiento de un nuevo sable.
Cuando son recibidos, el Maestro forjador revisa las piezas enviadas y selecciona las mejores (una buena pieza es plateada y bien porosa) y descarta el resto.
El proceso comienza, a las 5 AM cuando el sol sale. Se funden los fragmentos y se martillan hasta quedar planos, luego se forma un rectángulo con las piezas como si se armase un rompecabezas.
Luego, el bloque se martillea, y se calienta, y martillea, y calienta, etc... dándole forma de lingote, cada vez más largo y estrecho.
El martilleo sirve para quitar huecos de aire, compactar el material, expulsar partículas de carbón que no hayan quedado bien mezcladas, etc...
Una vez finalizado el plegado, se hace una muesca y se dobla EXACTAMENTE por la mitad, con mucho cuidado para que no queden dos lados desproporcionados: tenemos otra vez un ladrillo del tamaño del original, pero ahora son dos capas.
Mas forja y martilleo, se alarga el doble, se marca y dobla por la mitad y cuatro capas de acero. Así sucesivamente. A más pliegues, mas capas de acero en potencias de 2.
El núcleo de la espada, que ha de ser fuerte pero elástico, para evitar que se quiebre en los impactos, se hace doblando la pieza de acero 5 veces (2x2x2x2x2= 32 capas) o sea, el núcleo está compuesto realmente de 32 láminas finísimas de acero, soldadas una a la otra.
Los lados y el borde plano (canto) recibirán impactos directos, por lo que han de ser más duros para no abollarse, y no necesitan ser tan elásticos ya que la flexibilidad la da el núcleo. En estos se pliega 15 veces el "bloque", así que tenemos que están hechos de 32.000 láminas de acero soldadas.
Y ahora entra la habilidad del artesano, que ha de ser muy alta para sacar una espada decente. Se estira el bloque del "núcleo" a poco menos de la longitud de la espada (forja y martillo). Se dobla por un lado (futuro filo) con el acero previamente estirado de la longitud del bloque para filo, y todo junto se dobla por el otro lado, cubriendo el canto y casi todo el filo (pero dejando parte al aire) con el bloque estirado de los 15 pliegues.
Hasta este momento, la espada es completamente RECTA, y la sección transversal es poco mas o menos un rectángulo.
En este martilleo final para soldar las capas, la parte que tiene el acero del filo se golpea hasta aplastarla, mucho más que la parte del canto. Pero además del aplastado extra, se obtiene como efecto secundario el que la espada se va curvando, ya que la parte del canto se mantiene tan larga como siempre, pero la del filo (y la parte del núcleo correspondiente al lado del filo) se estan estirando. El resultado es esa curvatura tan característica de las katanas.
Para el forjado final, el Maestro forjador cubre la parte del filo con una mezcla de arcilla, marcando el dibujo característico denominado HAMOND, y marcando la línea entre la mezcla del hierro y el acero. Se termina de cubrir el resto de la espada con arcilla en diferente densidad, se lleva la espada al rojo del sol naciente y se hunde en agua muy fría. Este proceso, termina de unir los restos de carbono y le da la curvatura característica a la Katana.
Para finalizar, el artesano firma la hoja (normalmente su marca quedará tapada por la empuñadura), y la espada llega a manos del pulidor, que la limpia y afila la hora para darle el brillo de espejo. El afilado se hace con piedras de diferentes graduaciones.
Los toques finales se hacen con una piedra muy fina llamada HISUSHA, la cual se corta no mas grande que un grano de arroz.Una vez finalizado el pulido, la espada vuelve a mandos del forjador, el cual le da los toques finales, Tsuba y empuñadura (Tsuka).

Los Forjadores

Es curioso observar cómo esta espiritualidad ha rodeado al sable desde su propia concepción: el Kaji (To-Sho) forjador de sables, se sometía a una dura disciplina de ayuno y aislamiento, con objeto de purificar todas sus acciones y lograr de esa manera una obra sin igual en la que quedarían impresas las cualidades de su propio carácter. Existía por tanto, una cierta transmisión o comunión espiritual entre el artesano y su creación.
De esta forma, como en una mágica alquimia, el forjador evocaba los elementos sagrados, manipulándolos con sabiduría y erigiéndose como puente de unión entre los designios divinos y la materialidad de las formas... Sólo él entre el Dragón de los Cielos y el Tigre de la Tierra (Ten Chi Jin).
Era así como en el Aire puro de la montaña, el Kaji mezclaba en proporciones secretas la Tierra ferruginosa (Tamahagane), sometiéndola luego al Fuego purificador capaz de liberar la esencia del mineral más noble, para sumergirlo finalmente en el Agua que conformaría una estructura renovada. De la nada, del Vacío original (Ku), había nacido l
a hoja del sable capaz de liberar al guerrero espiritual (Bushi)
Cuando un proceso escapa a la mera repetición sistemática y requiere de la intervención del espíritu de quien lo realiza, entra por mérito propio en la clasificación de Arte. Cómo definir sino algo que se regía por normas tan poéticas como: "Calentar el acero hasta lograr el color de la luna en el cielo de junio" o bien: "Enfriar la hoja en el agua a la temperatura de un riachuelo en febrero".

Cada artesano se convertía así en experto de su propio método de fabricación, dando lugar a obras irrepetibles, con características perfectamente identificables, asociadas para siempre a su firma (Mei), normalmente escondida bajo la empuñadura del sable (Tsuka).

Los diferentes tipos de forja variaban desde los más sencillos, en los que una capa de acero endurecido se soldaba lateralmente a otra lámina de hierro (Suheya), pasando por sistemas de calidad media en los que el metal más duro envolvía la lámina más blanda desde abajo (Kobuse) o desde el lomo superior (Wariha), hasta llegar a las hojas de mayor calidad, forjadas combinando hierro y acero en múltiples capas que suministraban sus particulares características de elasticidad y dureza.
Esta doble pletina blanda-dura para laminación, recibia el nombre de Kataha. Después, la combinación de esas láminas se doblaba una y otra vez a golpe de martillo, forjando así hojas que, en un espesor reducido, incluían miles de laminillas originales. Cuando la hoja final se pulía, dejaba a la vista su configuración en capas, lo que permitía su catalogación como si se tratara de los anillos de un tronco recién cortado. Estas huellas laminares (Hada) tienen una denominación concreta según su forma: recta (Masame), madera (Itame), curvada (Ayasugi) o celular (Mokume).

Una vez laminadas, las mejores hojas requerían ser endurecidas en las zonas del filo y de la punta; esto se lograba introduciendo mayor cantidad de carbono en el acero a través de un proceso de calentamiento en el lecho de un horno de carbón. Cuando el porcentaje de carbono era lo suficientemente elevado, la hoja estaba lista para el temple.
Un buen sable necesitaba distintos grados de elasticidad y dureza en las diferentes zonas de la hoja, para evitar la fragilidad asociada en las áreas de corte o bloqueo. El problema a resolver era cómo dosificar adecuadamente el proceso de templado (elevadas temperaturas y enfriamientos bruscos) de manera que la gran dureza resultante se distribuyera correctamente. La solución se adoptaba en forma de recubrimiento arcilloso (Sabidoro), con un espesor muy pequeño en el filo y progresivamente mayor hacia el dorso de la hoja (Mune), que controlara los efectos de la temperatura durante los sucesivos temples. La consecuencia evidente en la hoja, era una línea perfectamente definida (Hamon) que ponía de manifiesto los diferentes grados de cristalización del acero.
Una posterior operación de pulido/rectificado permitía eliminar rugosidades superficiales y corregir angulaciones del filo en zonas especialmente delicadas, como la punta (Kisaki).
La última operación podía incluir la ejecución de grabados ornamentales con motivos alegóricos, como la "recta espada de la sabiduria" (símbolo del Kami Fudo Myo-O) o el nombre en sánscrito de la divinidad protectora elegida.
En ocasiones, la firma del artesano se encontraba acompañada por la de los asesores que certificaban así las pruebas realizadas con la con la hoja recién fabricada (Tameshigiri y Suemonogiri) antes de ser entregados a su destinatario.
El sable quedaba dispuesto, montado en principio de manera sencilla en una empuñadura de madera natural, sin adornos, a juego con la funda (
Shirasaya), evidenciando así el gran valor de la hoja frente a cualquier tipo de ornamento externo.
Posteriormente tomaría la forma definitiva incorporando una guarda (
Tsuba) en fundición de gran calidad artística, la empuñadura (Tsuka) forrada con piel de tiburón y seda trenzada, y una funda (Saya) en madera lacada.

Entre los artesanos más famosos de las diferentes eras podemos destacar:

Amakuni (701 D.C.)
Yasutsuna (806 D.C.)
Munechika (987 D.C.)
Norimune (1206 D.C.)
Yoshimitsu (1264 D.C.)
Masammune (1288 D.C.)
Muramasa (1322 D.C.)
Kanemitsu (1329 D.C.)


La cultura que se desarrolló alrededor del sable, alcanzó no sólo los aspectos meramente técnicos, sino los también espirituales, creando así modos de vida diferentes y propiciando la búsqueda del ser interior a través de la renuncia a uno mismo (Musha Shugyo).